viernes, 17 de septiembre de 2010

Knock Out.

"ya está bien, ya he sufrido bastante" Angel Ravelo.

Hoy me decidí a arrancarme de un sólo tajo todo lo que me hace daño. El asunto es que ese "todo" es una sola cosa, un sólo hecho, un sólo hábito, un sólo vicio, una sola adicción, una sola persona: Tú.

Es hora de abrir la gaveta y hacer limpieza general. Sacar lo que no sirve, para que no ocupe espacio. Para que no se convierta todo en un nido de tristeza, podredumbre y soledad. A limpiar, desescombrar, acomodar...

Pongo en bolsas negras de basura los pedazos de los recuerdos que me quedan, las lágrimas empolvadas, los besos que nunca te dí, los abrazos que se volvieron jaulas, los retazos echados a perder de un corazón clandestino y torpe y éste amor tan primogénito como bastardo.

Es cierto que ya no soporto más el peso que cargo, como también es cierto que hasta éste momento no había querido soltarlo.
Complejo es darme cuenta que fueron mis propios pasos los que me llevaron al desfiladero en el que estoy cayendo, doloroso es saber que fué mi responsabilidad saltar tan alto y haber caído con el tobillo doblado. Por eso mismo es que desde hoy, decido no quererte más.

Y por eso, para eso, recurriré a toda estrategia que pueda encontrar en internet, en los libros, en el consejo de los viejos, en los asientos de las cantinas... No importa el precio, lo pago.

En ésta pelea en dónde tu tirabas golpes y yo tiraba flores, aprendi a mirarte como lo que eres: un boxeador que hace sparring con su sombra. Alguien indispuesto a sacarle un duplicado a la llave de su vida.
Y yo, que no soy más que un estudiante del viento, no puedo competir con los fantasmas que tú sola has invocado y traído a tu mundo.

Por eso me marcho, llevándome la victoria en las manos...
La victoria de haber aprendido lo que vine a aprender desde el día en que me enamoré de ti.
Me marcho con la frente en alto y con una sonrisa de oreja a oreja, que si bien es de bisutería, me permite pasar inadvertido en los circos en que viven los payasos tristes.
Me marcho con el alma entera, entera pero despostillada, despostillada y frágil como el paso de un anciano.

Me alejo para que no te sientas acosada, asechada, invadida... Para que te acuerdes de lo que es vivir a la mitad de un espejo empañado.
Para que otros sean los que descubran tu mirada y se magneticen con ella.
Me alejo como la sombra que vive debajo de las sillas cuando los focos se apagan.
Me alejo para acercarte a ti misma, para que entiendas que a veces, al no estar, se está más que nunca.

Me voy para siempre, para otro sitio, para olvidarte, para olvidarme de lo que dejé de ser, para dejar de gritar tu nombre, bajito...
Me voy con lo que me queda de ternura, envuelta en hojas de naranjo.
Me voy con las alas sin plumas y los sueños deshilachados.
Me voy con los bolsillos repletos de historias de amor sin finales felices.
Con las manos tan llenas de nada, con los ojos tan llenos de todo.

Me largo como un ciego perdido en el mercado, como un colibrí liberado en el metro, como un clavel plantado en el asfalto.
Me largo porque es lo que has querido todos éstos años.
Me largo, simple y sencillamente, porque si.

Me voy... para siempre... para no volver... jamás.

O.

NOTA: Notariado ante la autoridad competente queda que ésta es la última entrada de éste blog.

1 comentario:

Diosa Cosmica dijo...

Si tan siquiera se puediera arrancar facilmente lo que te hace sufrir....