A veces, hace falta un poquito de desencanto a la hora de intentar seguir con ésta maña hija de puta de levantarle la falda al destino.
A veces se me tatúa una sonrisa hipócrita, misma que germina cuando te pienso de la mano de algún imbécil que hizo casting para mi papel, y se quedó con él... precisamente, por mal actor.
A veces quisiera enlatar a los recuerdos, buscar besos en conserva, ponerle una etiqueta con un precio ridículamente barato al mar y escribir con spray, en las nubes, tu nombre, para que todo el mundo lo lea.
A veces sucede que en la ruleta de la vida (donde apostamos todos, dijo Cuco Sánchez) tiene uno que perder demasiado y demasiado seguido, para poder, un día y cuando menos te lo esperas, ganar.
A veces sueño despierto, que te sueño despierto. Y me despierto con sueño... o mejor dicho, con ganas de volver a soñarte... o, mejor aún... con ganas de soñarme contigo.
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